Las Cien Mejores Poesías de la Lengua Castellana
Selección de Marcelino Menéndez y Pelayo
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(Sin Título)

Gustavo A. Bécquer
(1836–1870)

CERRARON sus ojos
Que aun tenía abiertos;
Taparon su cara
Con un blanco lienzo;
Y unos sollozando,
Otros en silencio,
De la triste alcoba
Todos se salieron.

La luz, que en un vaso
Ardía en el suelo,
Al muro arrojaba
La sombra del lecho;
Y entre aquella sombra
Velase a intervalos
Dibujarse rígida
La forma del cuerpo.

Despertaba el día
Y a su albor primero
Con sus mil rüidos
Despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
De vida y misterios,
De luz y tinieblas.
Medité un momento:
«¡Dios mío, qué solos
Se quedan los muertos!»

De la casa en hombros
Lleváronla al templo
Y en una capilla
Dejaron el féretro.
Allí rodearon
Sus pálidos restos
De amarillas velas
Y de paños negros.

Al dar de las ánimas
El toque postrero,
Acabó una vieja
Sus últimos rezos;
Cruzó la ancha nave,
Las puertas gimieron,
Y el santo recinto
Quedóse desierto.

De un reloj se oía
Compasado el péndulo.
Y de algunos cirios
El chisporroteo.
Tan medroso y triste,
Tan oscuro y yerto
Todo se encontraba . . .
Que pensé un momento:
«¡Dios mío, qué solos
Se quedan los muertos!»

De la alta campana
La lengua de hierro,
Le dio, volteando,
Su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
Amigos y deudos
Cruzaron en fila,
Formando el cortejo.

Del último asilo,
Oscuro y estrecho,
Abrió la piqueta
El nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
Tapiáronlo luego,
Y con un saludo
Despidióse el duelo.

La piqueta al hombro,
El sepulturero
Cantando entre dientes
Se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
Reinaba el silencio;
Perdido en las sombras,
Medité un momento:
«¡Dios mío, qué solos
Se quedan los muertos!»

En las largas noches
Del helado invierno,
Cuando las maderas
Crujir hace el viento
Y azota los vidrios
El fuerte aguacero,
De la pobre niña
A solas me acuerdo.

Allí cae la lluvia
Con un son eterno;
Allí la combate
El soplo del cierzo.
Del húmedo muro
Tendida en el hueco,
¡Acaso de frío
Se hielan sus huesos! . . .

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
Podredumbre y cieno?
¡No sé; pero hay algo
Que explicar no puedo
Que al par nos infunde
Repugnancia y duelo,
Al dejar tan tristes,
Tan solos los muertos!

 
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Artículo Wikipedia de Gustavo Adolfo Bécquer