Glorioso Pasado Historico de Camaguey - Raul D. Acosta Leon
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LA INVASION A OCCIDENTE EN LA GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS


Primer intento

Este no pasó de proyecto, ya que hubo necesidad de posponerlo, como consecuencia de las acciones libradas con las tropas españolas en "Naranjo" el día 10 de Febrero de 1874; en "Moja-casabe" al siguiente día 11 y en "Las "Guásimas de Machado" del 15 al 19 de Marzo del propio año, todas ellas en territorio de Camagüey.

Este propósito, concebido por el General Máximo Gómez, secundado eficazmente por el Presidente de la República en aquel entonces, Salvador Cisneros Betancourt, (Marqués de Santa Lucía), quien por su condición de Presidente de la Cámara de Representantes había sustituído a Carlos Manuel de Céspedes, al ser éste destituído del cargo, fué acordado en junta de Generales, con sólo el voto en contra del General Vicente García; y conociendo de ello las autoridades militares españolas, el General Sabas Marín telegrafió desde Santiago de Cuba el primero de Febrero de 1874, al General Juan Esponda, al mando de Camagüey, a fin de que "estorbara el propósito de los cubanos, que lo realizarían si fuertes columnas no se lo impedían".

El Brigadier Báscones confirmó el intento de las fuerzas libertadoras de cruzar la Trocha de Júcaro a Morón, para invadir Las Villas, indicando que "la única manera de evitarlo sería con la eficaz persecución del enemigo en Camagüey, destruyéndolo y privándole de los medios con que cuenta para su organización, que viene mejorando y aumentando en combatientes hace tiempo".

El General Joaquín Jovellar, a la sazón Gobernador General de la Isla, ante el temor de que los "insurrectos" cruzaran la Trocha e invadieran Las Villas, con fecha 2 de Febrero cablegrafió al Presidente del Consejo de Ministros, diciéndole:

—"Este movimiento, si se realiza, va a producir el más funesto efecto moral y material en toda la isla, dando probablemente lugar a nuevos levantamientos, así en las poblaciones como en "las negradas" de los ingenios. La situación, por consiguiente, no puede ser más grave, y como no consiente dudas ni vacilaciones de ninguna especie, voy a tomar inmediatamente posiciones excepcionales de todo género".

El Brigadier Báscones y el Coronel Manuel Armiñán Gutiérrez, al frente de 1,700 hombres de las tres armas, salieron el día 7 de Febrero desde Guáimaro, en busca de los "mambises" que se encontraban acampados en "Naranjo", donde el día 10 se libró un rudo combate.

Veamos a este respecto lo que dijera el patriota Fernando Figueredo Socarrás en una conferencia que diera en Cayo Hueso, en el año de 1893:

—"Acampado el General Gómez en "Naranjo", extenso potrero de la parte oriental de Camagüey, se anunció al enemigo con una columna de 1,700 hombres. La situación era delicada para el hábil militar. Había recibido aquel contingente, sacrificio que hizo el ejército de Oriente, para la invasión, esto es, para una operación determinada y no para presentar combate en Camagüey. ¿Qué hacer? ¿Se retiraría, alentando con tal proceder al enemigo, que atribuiría su evolución a debilidad o miedo, y que persiguiéndolo le obligaría al cabo a aceptar el reto? ¿No era un mal precedente el que iba a sentar, evitando un combate, tanto más cuanto que su columna la formaban dos fuerzas extrañas, unidas por primera vez ante el enemigo y que ambas podían entrar en acción? ¿Esperaría el ataque exponiendo el contingente a la invasión?, en sus dudas, en su grave situación y deseoso de descargarse de responsabilidades para con Oriente y Las Villas, acudió al Gobierno por su consejo. Este, aceptando la responsabilidad, dejó en absoluta libertad a Máximo Gómez para que resolviera, y Gómez optó por presentar la batalla a los españoles".

Y después de relatar con lujo de detalles la acción de "Naranjo", que calificó de triunfo para las fuerzas cubanas, añadió:

—"El campo estaba sembrado de cadáveres, toda la caballería española, jinetes y caballos, estaban en tierra: la victoria había sido completa; pero "que caro había costado". Por doquiera, confundidos con los cadáveres y heridos, yacían heridos y cadáveres cubanos. La oficialidad del contingente oriental, casi en su totalidad, fuera de combate. Máximo Gómez se desesperaba ante aquel cuadro desgarrador Guillermo Moncada, Flor Crombet, los hermanos Vega, Ramón Martínez Freyre, Miguel Palacios y un gran número de compañeros estaban heridos más o menos gravemente. El ilustre Comandante La Rúa, tenía una mano despedazado; Martínez Freyre atravesado el estómago, pedía, al verse los intestinos fuera, que terminasen sus padecimientos quitándole los pocos momentos de vida que le quedaban. Aquello era una escena desgarradora. El hospital de sangre, el día de la batalla de "Naranjo", contenía ciento cincuenta camillas, siendo los heridos, en su mayor número, Jefes y Oficiales".

Los españoles en esta acción y en una "carga al machete" que al siguiente día le diera el General Gómez en el callejón de "Moja-casabe", dejaron cien muertos en el campo, conduciendo más de doscientos heridos a la ciudad de Puerto Príncipe, hoy Camagüey.

Al revisar el General Gómez las fuerzas el 12 de Marzo de 1874, dió a conocer que iniciaría nuevamente la marcha hacia el Oeste, a fin de proceder al cruce de la Trocha de Júcaro a Morón, por lo que el día 15 procedería a levantar el campamento para dirigirse a "Jimaguayú", donde quedarían las fuerzas que debían permanecer en Camagüey.

Siendo conocedoras las autoridades militares españolas de las intenciones del General Gómez, el Brigadier Manuel Armiñán salió de Puerto Príncipe, el día 14 del expresado mes de Marzo, al mando de una columna compuesta de 4,000 hombres de las tres armas, acampando el 15 en "Las Guásimas" de Machado, a fin de interceptar el paso a las fuerzas cubanas, a cuyo frente marchaba el caudillo dominicano, el que contando con el asentimiento, o mejor dicho si se quiere, con la tolerancia del Gobierno, como ocurrió en el caso de "Naranjo", procedió a batir al enemigo con fuerzas muy inferiores, ya que solamente disponía de mil infantes y trescientos jinetes.

El General Gómez describe esta acción en su "Diario de Campaña" en los siguientes términos:

—"La caballería del enemigo carga hasta el fondo del potrero, y con este movimiento se desvía de su infantería y se aproxima a nuestras líneas de batallo, que completaban, de frente Escolto y Brigadier Suárez, Coroneles Gregorio González y Baldomero Rodríguez; apoyaban el flanco izquierdo con caballería también. Se carga al enemigo, deja 30 muertos en el campo y se refugia sobre infantería y se aguarda y no avanza —determino atacarlo con la caballería, lo efectúo; serán las dos de la tarde— dura el combate hasta la caída del sol— entra la noche, enemigo sitiado. A la una de la noche se escapa un poco de caballería. La columna enemiga se compone de 3,000 hombres de las tres armas, con tres piezas de artillería.

"Día 16, enemigo sitiado, se le hostiliza con tenacidad.

"Día 17 en el mismo estado: a las diez de la noche, aviso, enemigo en "Cachaza", — refuerzo sin duda.

"Día 18, a las cuatro de la mañana modifico de modo conveniente las líneas de sitio; dejo al Brigadier Antonio Maceo encargado de todo y con 200 caballos y 50 infantes, marcho al encuentro del refuerzo; hago alto en las sabanas de "Jimaguayú": mando exploradores sobre "Cachaza" y dispongo las fuerzas del modo que me pareció mejor colocadas. El enemigo avanza, a las ocho de lo mañana se presenta, media hora de combate, —y lo dejo pasar, por un camino extraviado—, llega primero a "Las "Guásimas"; las fuerzas sitiados, al sentir el refuerzo intenta hacer una salida, pero son rechazadas; entro el refuerzo, el enemiga no hace más que ensanchar un poco más la posición de los sitiados —pero no ataca— llega lo noche y durante ésta se le sigue hostilizando.

"Día 19: A las siete de la mañana enemigo en marcha hacia el pueblo —5,000 hombres y 5 piezas de artillería— se le persigue durante todo el día, hasta "Cachaza". Mis tropas muy fatigadas y el parque consumido: me retiro a "Jimaguayú" y allí descanso y organizo, me ocupo ahora de colocar mis heridos.

"Bajas sufridas por nuestra parte: 29 muertos, 28 heridos graves y 109 leves. Las del enemigo, según informes, 1,037 entre muertos y heridos".

Indiscutiblemente que "Naranjo" y su prolongación en "Moja-casabe", así como "Las Guásimas", fueron tres acciones de guerra que constituyeron un triunfo para las fuerzas libertadoras; pero ello no fué óbice para que el General Gómez se viera obligado en los primeros días del mes de Abril a comunicar de manera oficial al Gobierno, que el inicio de la invasión a Occidente quedaba aplazado, teniendo para ello en cuenta el estado de las tropas, lo extenuado de la caballería y la falta absoluta de parque.

Y he allí un éxito para el mando enemigo, que entendió que el único medio de evitar la invasión a Occidente, estribaba en una activa persecución a las fuerzas cubanas en la provincia de Camagüey, con el deliberado propósito de destruirlas, privándola de los medios necesarios para su organización.


Segundo intento

Aunque el primer intento de invadir a Occidente hubo de fracasar debido a las razones que dejamos expuestas, ello no obstante tanto el General Gómez como el Presidente Cisneros, persistían en su empeño de realizar esa importante operación, que consideraban de gran utilidad para el más rápido desenvolvimiento de la Revolución, operación ésta que constituía a la vez el más dorado sueño del primero, quien de antemano había sido designado Jefe del Ejército Expedicionario, pretendiendo se le dejara en libertad de acción para realizar este segundo intento "como y cuando lo creyera conveniente, con los recursos que pudiera crearse y sin que el Gobierno pudiera tomar parte"; deseos que se trataron de defraudar al manifestársele que "siendo lo invasión a Las Villas un suceso de tanta trascendencia, es justo que tomemos medidas para proporcionar a usted más recursos de los que pueda disponer, así, absténgase de emprenderla sin contar con la iniciativa del Gobierno".

En tanto el Poder Ejecutivo se encaminaba hacia la región oriental al objeto de preparar un contingente de fuerzas con destino a la invasión de la parte occidental de la Isla, cuyo mando sería encomendado al Brigadier Antonio Maceo, el General Gómez hacía pasar la Trocha de Júcaro a Morón al Coronel Francisco Jiménez; y advertido de la demora en llegar los fuerzas orientales, en las primeras horas de la mañana del 6 de Enero de 1875, penetró en territorio del 4to. Cuerpo, al frente de una bien organizada columna, compuesta de caballería e infantería, siendo acompañado por los Generales Manuel Suárez y Julio Sanguily. Al cruce de la Trocha, el General Gómez fué herido levemente en el cuello.

La campaña invasora fué iniciada bajo buenos auspicios: la toma y quema de "El Jíbaro" y "Río Grande", correspondientes a la jurisdicción de Sancti Spíritus.

Más, veamos como el General Gómez describe las dos anteriores operaciones en su "Diario de campaña", en la parte correspondiente al mes de Enero de 1875, o séase a los doce días de haber cruzado la Trocha de Júcaro a Morón.

"Día 18, por lo madrugada marcho sobre el pueblo de "El Jíbaro", que a la hora poco más o menos de resistir su guarnición, que era de 40 soldados de línea y algunos más armados, gente toda del país, se rindió con más de veinte bajas. El pueblo todo, después de proveerse la tropa de lo que más necesitaba, se incendió; se curaron los heridos españoles —veinte y dos— y se dejaron en completa libertad.

"Se ocuparon 151 armas de precisión, 35 mil tiros, (cápsulas), 200 machetes, 120 caballos, muchas medicinas, 50 monturas, muchos efectos de escritorio y un abundante y muy rico botín, de nueve establecimientos de comercio.

"Se me incorporaron más de 30 hombres, útiles para los armas, algunas familias dejo colocadas en estancias alrededor del pueblo quemado y las demás me siguen al "Primer Hoyo", donde vuelvo a acampar.

"Nuestras bajas 7: 5 heridos y dos muertos. Ya en el "Primer Hoyo" dispongo colocar todas las familias en una Prefectura.

"El día 20 marcho paro "La Reforma", dos leguas, donde pienso acampar, más como pasábamos a menos de media legua del campamento enemigo de "Río Grande", mientras el General Sanguily continuaba a acampar, poso yó con la Escolta a reconocer el campamento enemigo, veo que todo es un caserío de paja y un fuerte mal construido. Un paisano que veo por allí, lo mando a que intime la rendición al Jefe de la guarnición, que se compone de 30 soldados de línea, más 20 voluntarios. La contestación se dilataba, mando a pedir refuerzos al General Sanguily, y tan pronto llega éste doy órdenes de incendiar los afueras del poblado y me ocupo de poner en seguridad las familias que van saliendo; a poco el incendio se generaliza, los españoles intentan evitarlo, pero se les hace fuego y vuelven a sus trincheras. Media hora después se rindió la guarnición: 3 oficiales y 31 soldados de línea con 22 voluntarios, 51 armamentos y 8,000 tiros. A las doce del día acampo en "La Reforma" sin novedad. No sufrí ni siquiera un contuso".

El contingente invasor, hábilmente dirigido por el General Gómez, secundado valientemente por Julio Sanguily, Serafín Sánchez, Francisco Carrillo, José y Cecilio González, Francisco Jiménez y Enrique Revee ("El Inglesito"), llegó hasta Colón, en la provincia de Matanzas, incendiando a Jagüey Grande, tocando en Yaguaramas, donde fué muerto, en heróica acometida, "El Inglesito".

Fué tal el pánico experimentado por el enemigo en aquellos momentos, que el "Casino Español" de La Habana solicitó del General Gómez una entrevista, ofreciéndole por mediación del General Varela, el grado de Mariscal de Campo del Ejército Español, con tal de que abandonara su posición entre los cubanos, haciendo a la vez decir al "Diario de la Marina", que "los insurrectos están tocando con el pomo de sus machetes a las puertas de la Capital".

(El General Varela al que se hace referencia en anteriores líneas era "compadre" del General Gómez, padre del Comandante que mandaba la vanguardia de la columna española que el 8 de Noviembre de 1895, trabara combate con el General Antonio Maceo en "El Lavado", en ocasión de marchar frente al contingente expedicionario; y cuyo arrojo hizo que el Titán de Bronce dijera al Presidente Cisneros, después de la acción, que iba a escribir al General en Jefe significándole tener un ahijado muy valiente).

Interín los anteriores acontecimientos se desarrollaban en la parte occidental de la isla, donde se encontraba el General Gómez en espera de unos refuerzos que nunca llegaron y que tan indispensables se hacían, máxime cuando el enemigo no había vuelto de su sorpresa, movilizando todas las fuerzas disponibles con el propósito de destrozar al ejército invasor —al que no pudo impedir que cruzara la Trocha de Júcaro a Morón—; el Gobierno de la República en armas se veía imposibilitado de organizar el contingente de tropas orientales para ser enviadas a Las Villas, toda vez que el General Vicente García, Jefe de las fuerzas de Las Tunas, lejos de contribuir con determinado número de hombres, había convocado a distintos jefes de esa región, y reunidos en "Las Lagunas de Varona", se colocó en completo estado de rebeldía.

El Presidente Cisneros, cuya sustitución pedía Vicente García, no pudo adoptar otra fórmula que la de contemporizar, tratando de solucionar el conflicto, haciendo concesiones, dirigiéndose al frente del Gobierno a "Las Lagunas de Varona"; y Vicente García, lejos de esperar su llegada, levantó el campamento.

El día 28 de Abril de 1875, fecha en que el Gobierno se encontraba en "Las Lagunas de Varona", el Presidente Cisneros hizo las siguientes manifestaciones:

—"Yo sé, señores, como debiera y pudiera terminar esto, porque tengo a Maceo en Oriente, a Reeve en Camagüey y a Gómez en Las Villas, que me obedecen; pero ante esos extremos que vinieran a acusarme como el autor de las desgracias de mi patria, prefiero el sacrificio de mi personalidad; si ello estorbase para la buena marcha de la Revolución, el estorbo desaparecerá, para que aquella no se interrumpa".

Llamado el General Gómez por el Gobierno, se preparó para cruzar la Trocha hacia Camagüey; y en ocasión de encontrarse acampado el 20 de Mayo de 1875, recibió la visita de un individuo nombrado José Inés del Sol, enviado por el Conde de Valmaseda (Blás Villate), que había sustituído en el Gobierno de la isla a José Gutiérrez de la Concha, proponiéndole que permitiera moler a los ingenios, mediante la entrega de determinada' cantidad de dinero, proponiéndole a la vez el restablecimiento de la paz, a base de conceder la autonomía al pueblo cubano.

—"Las proposiciones fueron rechazadas, —dice el General Gómez en su "Diario de compaña"—, y vacilé si convenía fusilar o no al comisionado, pues al fin, pensando en el estúpido del Sol (porque no era otra cosa) no sería más que una víctima que Valmaseda se compró por algunos pesos y que su muerte ningún daño le haría a los españoles, porque al fin del Sol era hijo de Cubo, resolví volverlo a través de las líneas españolas".

El General Gómez cruzó la Trocha el día primero de Junio, a las 6 de la tarde, sin novedad; reuniéndose con el Gobierno el día 10 de ese mismo mes, en "San José Guicanámar", zona de Santa Cruz del Sur.

En una reunión de Jefes, celebrada sin carácter oficial, solamente como patriotas, para opinar acerca de lo que debería hacerse en tan grave situación, el General Gómez se ofreció para tratar con carácter oficial con el General Vicente García, la manera de arreglar lo mejor posible el asunto, y aceptado su ofrecimiento, el día 25 del propio mes se reunieron ambos Generales en "La Loma de Sevilla".

Después de ser discutido ampliamente el particular y manifestado por el General García "que por dignidad habiendo desconocido a Cisneros y habiendo éste renunciado el cargo, no podía reconocerlo, que cualquiera que viniera al poder estaría todo arreglado", conviniéndose la aceptación de la renuncia a Cisneros del cargo de Presidente de la República, ocupando su puesto, de acuerdo con la ley, el que lo era de la Cámara de Representantes, el ciudadano Juan Bautista Sportono, quien convocaría a elecciones generales. Las otras reformas interesados por Vicente García, eran asuntos que se discutirían por una nueva Cámara.

En tanto estos hechos se producían en el campo de la Revolución, poniendo en grave peligro su estabilidad, el Conde de Valmaseda, en escrito oficial dirigido al Ministro de Ultramar, le decía:

—"Invadidas Las Villas un mes antes de mi presencia aquí, han sido reducidos a cenizas más de cuarenta ingenios o fábricas azucareras, y en el día del desembarco han sido exterminados en la jurisdicción de Sagua doce ingenios"; y añadía: "Destruidas Las Villas, llevará el enemigo su tea destructora a las fecundas llanuras de Bemba, Colón, Matanzas y Cárdenas, riquísimos focos de lo industria azucarera, que proporcionan al Estado los principales recursos con que se defiende España".

Aunque la invasión se viera en la imposibilidad de seguir adelante, debido a las luchas intestinas surgidas en el campo de la Revolución, lo cierto era que la misma había sido llevada hasta Las Villas, quedando con ello demostrado la inutilidad de la llamada "infranqueable barrera", conocida con el nombre de Trocha de Júcaro a Morón; sin que para impedir su cruce hubieran servido los planes puestos en práctica por el mando español, ni las numerosas fuerzas de que disponía.

Unidos orientales, camagüeyanos y villareños, recorrieron victoriosamente el territorio de las tres provincias hermanas, habiendo llegado hasta la de Matanzas.

¿Se verían realizados los propósitos que animaban al General Máximo Gómez, de llevar la invasión hasta los confines de Pinar del Río? .. .

¡Prescindamos de toda conjetura y limitémonos a esperar el resultado de los acontecimiento! . . .


Tercer Intento

Aceptada la renuncia a Salvador Cisneros del cargo de Presidente de la República, fué sustituido por Juan Bautista Sportono, que en aquel entonces ocupara la Presidencia de la Cámara de Representantes; quien hubo de confirmar al General Gómez en la Jefatura del 3er. Cuerpo del Ejército Libertador (Camagüey), ratificándolo a la vez en el mando de las fuerzas invasoras, viéndose obligado a regresar nuevamente a Las Villas, cruzando la Trocha de Júcaro a Morón a las 7 de la noche del día 15 de Julio de 1875, siendo acompañado por el Regimiento "Expedicionario" de Camagüey, su Escolta y varios Jefes y Oficiales que habían solicitado su pase.

Desde su llegada a Las Villas el General Gómez procedió a recorrer de continuo el territorio, procediendo unas veces a la organización de las fuerzas existentes, otras combatiendo al enemigo que le perseguía y al que en ocasiones buscaba, si bien advirtiendo cierto descontento en las tropas de su mando, pertenecientes todas a esa región, lo que le hizo preveer desagradables acontecimientos, que necesariamente habrían de producirse, entorpeciendo la misión que le fuera encomendada.

El General Gómez, que se encontraba acampado el 23 de Febrero de 1896 en "Manacas", consignó en su "Diario de campaña" lo siguiente:

—"Me encuentro en la jurisdicción de Las Villas, disponiendo que el Coronel Mariano Domínguez, con la columna de infantería avance por las sierras y caiga sobre el valle de Trinidad; sigo yo con la caballería sobre el llano de Manicaragua, y el mismo día me reuno con el Coronel Rafael Rodríguez en potreros de las lomas de "Las Minas".

"Me ocupo en este punto de organizar muy bien cerca de 400 hombres de caballería, que he podido reunir, y de estudiar el movimiento que pienso hacer y el cual tiene por objeto enviar refuerzos hacia Occidente.

"Permanezco acampado hasta el 28, que con aviso de que una columna enemiga se encuentra a una legua de mi campamento, me muevo excusando un encuentro, para llevar a cabo mi propósito, más como a una hora de jornada y burlada la intentona de la primera columna, me encuentro con otra de caballería, a la que precisa presentar combate. Eran las ocho de la mañana y la posición muy poco apropósito paro maniobrar. Los españoles podían tener 500 jinetes, en tanto que yo solamente llevaba unos 300.

"El combate duró dos horas. Arrollados los españoles, se refugiaron e hicieron fuertes en la cúspide de una loma y mientras yo pensaba tomar posiciones para coparlos o hacerlos rendir, se aproxima la otro columna de más de 2,000 individuos, mandados en persona por el mismo Capitán General Jovellar. Forzosa me fué entonces la retirada, ya con algunas bajas de hombres y caballos. Los españoles más de 100 vimos tendidos en el campo. Ocupé 30 armas, como 50 caballos, equipos, etc., etc.

"Yo tuve de pérdida 22 heridos y 8 muertos—y 15 ó 20 caballos. Mi retirada la hago hacia "Viajacas".

—"Día 29, el enemigo aun más reforzado me persigue, pero con lentitud, yo trato de evitar combate, fijo siempre en mi intento de enviar los refuerzos a Occidente; pero estos movimientos me han aniquilado la caballería, y como es indispensable que los caballos estén en condiciones de hacer una jornada por lo menos de veinte leguas, no encuentro el modo de darles descanso, pues el enemigo me obliga a moverme constantemente; el terreno es estrecho y malísimo para la caballería, y además todos los potreros incendiados y en ninguna parte se puede contar con pasto para la caballería. En esto situación tengo que desistir de mi plan y despachar al General Sanguily con las caballerías procedentes de Sancti Spíritus".

El día 12 de Marzo, o séase a los doce días justos de haberse separado del General Sanguily, recibió el General Gómez la renuncia que aquel presentara de su cargo, debido a las intrigas fomentadas por los jefes de Las Villas, regresando para Camagüey el 31 del propio mes.

—"Este estado de cosas crea para mí una situación difícil y embarazosa —escribe a este respecto el General Gómez— y a pesar mío siento en mi alma una especie de desencanto, pues absolutamente puedo tener confianza en esta gente, porque no dudo que con el tiempo me suceda a mí lo mismo que al General Sanguily. Así, pues, debo hacer todo lo posible por salir del compromiso de este destino".

El General Gómez, que había solicitado autorización para conferenciar con el Gobierno, pasó la Trocha en dirección al lugar de residencia del Ejecutivo, a las siete de la noche del 15 de Junio, encontrándolo en "Las Guásimas de Machado" el día 22 del propio mes, permaneciendo reunido con el mismo hasta el 30, en que se puso en marcha nuevamente hacia Las Villas, ya que no le fué posible obtener le fuera aceptada la renuncia que presentara de Jefe del Ejército Invasor, por don Tomás Estrada Palma, que en aquella época ocupara la Presidencia de la República en armas.

Más, veamos lo que acerca de ese extremo escribiera el General Gómez en el año de 1878, en un folleto que diera a la publicidad en Jamaica:

—"Sea que la administración de Estrada Palma escarméntase estudiando la historia de los Gobiernos anteriores, o que se inspirara verdaderamente en sentimientos de orden, de justicia y de energía, una vez que se enteró de los actos de Las Villas, no sólo no quiso aceptarme la renuncia, en la que insistí, sino que dispuso volviera a ocupar su puesto el General Sanguily, siquiera por unos días, salvando así el principio de disciplina, y más tarde, según el plan de organización que se me ordenó, pasaría dicho General a mandar las fuerzas de vanguardia que debían contener los contingentes de Oriente.

"Me autorizó —continuaba exponiendo el General Gómez—, para crearme recursos pecunarios, y con ellos elementos de guerra, enviando comisionados al extranjero; me alentó, en fin, con su valioso apoyo, para hacer avanzar la Revolución a Occidente; por último, pasase a la residencia del Ejecutivo al Coronel Francisco Jiménez, en vista de su queja en contra mía y de mi informe, y al doctor José Figueroa, en razón de no haberse fallado la causa que se le seguía por falta de subordinación; resolución con la doble mira de desembarazarme de tan enojoso asunto y de que pudiera ocuparme exclusivamente de la campaña. No necesitaba de tanto para sentirme animado de nuevo, y confieso que me formé demasiadas ilusiones. En cuarenta y ocho horas de marcha, volví a repasar la línea militar de Júcaro: el General Sanguily lo hizo pocos días después, y muy pronto comencé a cumplir las órdenes del Gobierno, organizándolo todo de modo que diera por resultado la invasión a Occidente".

El General Gómez, que cruzara nuevamente la Trocha de Júcaro a Morón a las 8 de la noche del 4 de Julio de 1876, no pudo hacerse cargo del mando hasta el 18, enviando al siguiente día 19, al Coronel "Poquito" Borrero en comisión al Gobierno "para ver el modo de cómo arreglar de una manera enérgica el asunto de más de cien desertores de la gente de Oriente, que a mi llegada aquí se han ausentado".

Y entre tanto, la animosidad de los jefes villareños contra los jefes camagüeyanos, cada día se hacía más intensa, al extremo de verse el General Gómez obligado a aceptar las renuncias que de su cargo hicieran, en primero de Septiembre, los Coroneles Rafael Rodríguez y Enrique Mola, así como el Teniente Coronel Julio Díaz.

Cuantos esfuerzos realizara el General Gómez con el propósito de normalizar la Revolución, se estrellaban ante la indisciplina y el desorden; y todo ello cuando consideraba abiertas las puertas de Occidente, de todo lo cual se lamentaba al escribir en su "Diario de campaña":

—"Puede decirse que hace 4 meses que vivo marchando y contramarchando, sin hacer otra cosa que organizar, o como vulgarmente se dice ATAJANDO POLLOS.

"He tomado, mientras tonto, todas las medidas que me han parecido oportunas para mantener el orden, pero todo será inútil, porque los villareños son ingobernables por los jefes que no sean de Las Villas. Durará por mucho tiempo —mientras prevalezca la ignorancia y la ambición—, la misma predisposición contra todo lo que no sea villareño, sobre todo contra el Camagüey, por ocurrencias, según ellos, que datan desde los primeros tiempos de la Revolución, y los mal intencionados explotan la ignorancia de esta pobre gente, para hacer lo que convenga a sus miras particulares. Así es que se me antoja discurrir, y creo con algún fundamento, que NO ME PARECE POSIBLE EL TRIUNFO DE LA REVOLUCION, que hasta hace poco lo creí asegurado, marchando un Cuerpo de Ejército decididamente, invadiendo la parte occidental de lo Isla. Y perdido el orden, no hay concierto ni unión, desaparece la fuerza moral y material: principia la Revolución por estancarse nuevamente y corre inminente peligro, pues el enemigo deberá aprovechar la desavenencia entre los mismos cubanos: lo que él hubiera querido conseguir a cualquier precio, los mismos hijos de la tierra que pretenden libertar de su tiranía, se lo están proporcionando gratuitamente.

"Espanta presenciar todas estas cosas, pues no se concibe que con un enemigo poderoso al frente, con la persecución y la muerte por sistema a todo lo que es cubano, entre los mismos hermanos, que debían estor unidos como compañeros en tantas desgracias, lágrimas y dolores, existan las más hondas discordias y los más negros odios y rencores.

"Este pueblo tal vez no estaba preparado para la lucha y de ahí las tendencias al abuso de la libertad mal entendida, y de ahí el estado latente de sorda anarquía que se nota desde el fatal suceso de "Las Lagunas de Varona".

"Yo, como extranjero, me afilié como soldado de esta noble causa, que está dejando de serlo, porque los hijos de esta tierra amenguan su belleza con su desunión".

¡Cuán en lo cierto estaba el General Gómez al sospechar que con el tiempo se produjeran en su contra los mismos acontecimientos que obligaran al General Sanguily y a los Coroneles Rodríguez y Mola, a abandonar el territorio de Las Villas! . . .

No habían transcurrido aun 3 meses de que se hiciera nuevamente cargo del mando del Ejército Expedicionario, en ocasión de encontrarse acampado en "Las Pozas", el día primero de Octubre (año de 1876), fué visitado por el General Carlos Roloff, quien hubo de manifestarle que los jefes villareños consideraban una inconveniencia su permanencia en el cargo, por lo que habían determinado nombrarlo a él para que lo sustituyera.

Y el General Gómez, que hubo de darse cuenta de la jugada del polaco, sin dar contestación alguna a las anteriores manifestaciones, procedió de inmediato a hacer entrega de un Ejército con el aue —según sus propias palabras— pensaba dar la última batalla a las fuerzas españolas.

El General Gómez en su "Diario de campaña" hace determinadas consideraciones —en relación con quien lo sustituyera en el mando—, que nosotros omitimos consignar.

Después de lo sucedido, el General Gómez "con el corazón destrozado por tantos infames desengaños", abandonó el territorio de Las Villas, dirigiéndose a Camagüey, cruzando una vez más la Trocha de Júcaro a Morón a las 11 de la noche del 14 de Noviembre, con poca gente armada, acompañado de su esposa e hijos, así como de varias familias que les pidieron las sacara de aquella zona.

El día 3 de Diciembre se unió al Gobierno en "Los Isleños", asumiendo el cargo de Secretario de la Guerra el 15 de Enero de 1877, siendo sustituido en el mando del Ejército Expedicionario por el General Vicente García, cuya designación fué recibido con beneplácito por algunos jefes villareños y cuyo cargo fué aceptado por el General García como un honor, manifestando al Presidente Estrada Palma, "que se le hacía el favor de quitársele de encima al Camagüey, en cuyo mando era imposible para su dignidad y prestigioso militar que continuase más tiempo".

El General Vicente García había prometido al Gobierno estar en Las Villas en la última quincena de Enero; y como el mes transcurriera sin tener noticias de él y sin conocerse nada que indicara su próxima partida, el Presidente Estrada Palma se dirigió a Las Tunas, donde se le informó que el General García no estaba dispuesto a marchar hacia Las Villas.

A este respecto el General Gómez, en el folleto que diera a la publicidad en Jamaica al abandonar a Cuba después del pacto de "El Zanjón", relata los hechos de la manera siguiente:

—"Sería largo y enojos historiar aquí minuciosamente los diferencias entre el General García y el Gobierno: las repetidas conferencias, lo ridícula situación, en fin, en que uno y otro se colocaron en una cuestión puramente de obediencia al poder constituído. Por fin, en 12 de Marzo, dos meses después del plazo marcado para el pase de la Trocha, llega el General García a lo residencia del Ejecutivo, sobre el "Sevilla", en "Sao Nuevo". Le acompañaban su Estado Mayor y Escolta. Según informó no le fué posible aguardar la infantería que, diseminada, debía reunir para marchar al mando del jefe del Regimiento "Tunas", Coronel Francisco Varona. Dos días después nos sorprendió el Coronel al frente de la infantería. Traía —dice el General Gómez refiriéndose al General García— sobre doscientos hombres de infantería, gente toda escogida de las fuerzas de Las Tunas. Aunque tarde y arrastrándose y arrastrando por la paciente tenacidad de Estrada Palma, llega como para cumplir la orden de marchar a Las Villas, cuyo paso, en mi concepto, era ya cuestión de honor por razones que a nadie se ocultan. Me sentí arrepentido de la duda que había tenido de que no fuese capaz de cruzar la línea de Jácaro, que yo había cruzado siete veces con mi señora y mis hijos. Por fortuna, para tranquilidad de mi conciencia, dos horas después, en una conferencia que tuvo el General con el Gobierno, a la cual asistí con mi carácter oficial, comprendí de un modo positivo, que no estaba dispuesto a marchar y que no marcharía. Pedía al Gobierno lo que no se le había ofrecido, lo que sabía era imposible dársele, porque no lo había: pedía nuevamente lo que no se le había dado y que él pedía tomar del segundo Cuerpo, cuyo mando aun tenía".

Después de terminada aquella conferencia, y cuando el asunto se daba por solucionado, por haber él personalmente escogido la gente que debería acompañarle, comunicó al Gobierno al siguiente día, que las fuerzas de su mando habían desertado, quedando solamente a sus órdenes los Jefes y Oficiales y unos cuarenta hombres de caballería, por lo que el Gobierno le ordenó que emprendiera la marcha con la fuerza de que dispusiera, a lo que hubo de prestar obediencia sin formular réplica alguna, saliendo del campamento y siendo objeto de múltiples felicitaciones por tan patriótico proceder, aunque algunos de los presentes no participaran de la creencia que el General Vicente García estuviera animado de buenas intenciones.

Entre éstos últimos se encontraba Fernando Figueredo Socarrás, quien expresara su opinión al Presidente Estrada Palma, manifestándose en los siguiente términos:

—"Siento disentir de su modo de apreciar al hombre y los acontecimientos. El General no solamente no marchará, sino que retornará a Las Tunas, y apoyado en su gente se pronunciará, no ya contra el Gobierno, como en 1875, sino contra el Gobierno y la Cámara de Representantes. Desconocerá todo lo existente, y quizás para hacer su actitud más imponente, escoja el ya trillado camino de "Los Lagunas de Varona" para pronunciarse".

El General Gómez tampoco dió crédito a la actitud de obediencia asumida por Vicente García, de cuya sinceridad dudaba al expresarse en la siguiente forma:

—"Cuando lo ví tan dispuesto, presentí que aquel hombre iba dominado por una idea siniestra: me hallaba alarmado por la calma y sangre fría, así de él como de todos los jefes y oficiales que le acompañaban y con la que todos miraban la deserción de las tropas; yo sé lo que esas cosas abruman y afectan al hombre pundonoroso que ha emprendido la carrera de las armas, que es de honores y de gloria, siendo más dolorosa y lamentable la desmoralización de aquella tropa por la situación en que se hallaba el General García y por lo que atravesaba la Revolución, preciso era sentirse desposeído de espíritu militar y de patriotismo para no sublevarse contra la criminal conducta de aquella gente".

En tanto las noticias que llegaban al Gobierno procedentes de Las Tunas, anunciaban que las fuerzas se habían insubordinado, desconociendo la autoridad del Brigadier "Paquito" Borrero, que había sido designado por el Ejecutivo para asumir el mando de aquella zona, proclamando su resolución de mantenerse en ese estado de rebeldía, hasta tanto el General Vicente García no regresara a ese territorio y asumiera el mando de las fuerzas; e interín el Presidente Estrada Palma continuaba en espera de que dicho General cruzara la Trocha de Júcaro a Morón en dirección a Las Villas, se tuvo conocimiento de que el día 10 de Mayo había acampado en "Santa Rita", en la parte occidental de Camagüey, donde al siguiente día —aniversario de la caída de Agramonte en "Jimaguayú"— acordó pronunciarse contra los poderes constitucionales establecidos, pidiendo al igual que en "Las Lagunas de Varona", la implantación de reformas políticas.

—"El día 20 de Mayo —dice el General Gómez— cuando todos creían que el General García había cruzado la Trocha, llegan al Gobierno, simultáneamente, avisos de los jefes de los distintos Cuerpos de Camagüey, de que sus tropas todas se habían sublevado (en honor del Camagüey debe constar de que sus Jefes y Oficiales, sólo dos abandonaron sus puestos), y según informes se unieron al General García, que iniciaba un movimiento de reformas políticas para el país. Dos días después llegaron al Gobierno las proclamas y el manifiesto del levantamiento del 11 de Mayo en "Santa Rita".

Con posterioridad el General Vicente García se dirigió al Secretario de la Guerra, informándole que motivos de salud le habían impedido dar cumplimiento a lo ordenado por el Gobierno, dirigiéndose a Las Tunas, donde iba a reponerse, si bien no se encontraba animado de seguir prestando sus servicios, interín no se modificara el orden de cosas existente.

La insubordinación que germinara en "Las Lagunas de Varona" y se extendiera a Las Villas, donde el provincialismo tomara alarmantes proporciones, y posteriormente el pronunciamiento de "Santa Rita", ambos actos de indisciplina originados con el General Vicente García, fueron indiscutiblemente, a nuestro entender, las causas determinantes del fracaso tanto del "segundo" como del "tercer" intento de invadir la parte occidental de la Isla.

En el fracaso de estos dos últimos intentos para nada intervinieron, —como si ocurriera en el "primero"—las armas españolas: su principal causa estribó en la indisciplina del General Vicente García, indisciplina que, a nuestro juicio, determinara el pacto de "El Zanjón".

¡Cuán en lo cierto estuvo el General Modesto Díaz (dominicano), cuando al serle insinuado por Vicente García el movimiento de "Las Lagunas de Varona", hubo de contestarle: "Amigo: todos los pueblos tienen su pomo de veneno, que guardándolo tapado no hace daño; Cuba tiene el suyo y usted lo ha destapado. ¡Algún día le pesará! . . . .



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